A finales de 2018 cerró La Escondida, la última mina de carbón de León (Caboalles de Arriba); la última después de centenares de explotaciones que durante dos siglos dieron calor a miles de hogares, pan a miles de familias y combustible para la «revolución industrial» del país.
La imagen de las cuencas mineras ha estado teñida de reivindicaciones que ponían en jaque al sistema, de enfermedades profesionales, de estragos medioambientales y de mucho alcohol. Y es en ese contexto en el que Aitana Castaño (a los textos) y Alfonso Zapico (a los lápices) ubican a los personajes de Los niños de humo (2018) y Carboneras (2020), dos discursos que nacen desde la visión a contrapelo de esos valles agujereados y de sus habitantes, taladrados por la silicosis, el miedo y la miseria.
Para la recomendación de este mes hemos escogido Carboneras (Editorial Pez de Plata) porque crea un mosaico a partir de 17 relatos que pivotan sobre la figura de las mujeres que viven y trabajan en la mina, entendida como ecosistema de extracción y relación social, económica y política. Invisibilizadas hasta el punto de que ni se les llama «mineras», Teresa, Charo y Maruja, entre otras, se convierten en protagonistas del retrato de Montecorvo en plena posguerra. Los autores no han escatimado en detalles al dibujar ese hábitat social: desde las huelgas prolongadas hasta los pastelillos de la ciudad, desde una Iglesia aliada con la dictadura hasta la sororidad entre las mujeres de la mina, desde la gaita de Tinina hasta la reconversión de don Bernardo, el cura minero. Pieza a pieza, construyen un trencadís tiznado de negro, donde la frondosa montaña y sus profundos agujeros entibados, ponen contrapunto a la falta de seguridad laboral y unas condiciones que conducen rápidamente hacia la enfermedad y los accidentes. La materia oscura que sale de las entrañas de la tierra para calentar los hogares y alimentar las máquinas y centrales térmicas, arranca las esperanzas y la vida y trata a esas gentes como piltrafas humanas.
En Carboneras no solo hay miseria, dolor y desesperanza. También tiene su espacio el ingenio, la resiliencia y la capacidad para escuchar al otro más allá del prejuicio.
Lejos de resultar un relato único, costumbrista y trasnochado, el espíritu de esos personajes nos ha acompañado en la lectura del Premio Booker 2020: Historia de Shuggie Bain de Douglas Stuart (Editorial Sexto Piso). De la cordillera cantábrica hasta tierras escocesas en un salto de trampolín geográfico, pero no humano. Glasgow, próspera ciudad minera, vive en la década de los ochenta un colapso laboral y económico provocado por las políticas de los tories de la señora Thatcher. Si Carboneras nos deja un rayo de esperanza de las luchas de hace 50 años, la novela de Stuart nos deja caer en la vida de Agnes, Shuggie y su familia, un tormentoso mundo donde se aguantan vivos casi de milagro. Su lectura transporta a imágenes y escenas que hemos visto en el cine de Ken Loach, donde litros de alcohol y subsidios, ideología y creencias crean un escenario en que los personajes luchan y se rinden, brillan y quedan invisibilizados a partes iguales. Es un relato fragmentado y de lectura adictiva por la composición de elementos visuales y por la finura con que cincela cada comentario. Puedes odiar a Agnes y sentir empatía total hacia su hijo Shuggie, sin dejar de de desear que ambos, que todos, hubieran tenido más oportunidades que las que ofrece un país que abandona a sus curritos.
¡Feliz lectura desde las minas (vacías)!
- Si vols llegir aquests llibres, recorda que pots trobar-lo a les biblioteques de la ciutat o a la Llibreria Perutxo (barri del Centre) i a l’Espai Llavors (barri de Collblanc). 😉
